Lo llevaba en la sangre.
Descendía, por parte de padre, de una larga estirpe de indios nativos
americanos. De la tribu apache de chiricahua para ser más exactos. Su
antepasado más ilustre fue Goyathlay, mucho más conocido como Gerónimo, y a él
le debía su nombre. Desde la infancia, los apaches, enseñaban a sus vástagos a
encontrar las huellas de sus enemigos.
De un remoto lugar de la Mancha
procedían los ancestros de su madre, que pertenecía a una gran saga de
chismosos, entendiendo su transmisión de chismes,
como una labor social. La familia se enorgullecía de que las historias que
intercambiaban, acerca de unos y otros, servían, por ejemplo, para ayudar a
algunos a encontrar pareja.
Y como quien a los suyos se
parece honra merece, con el árbol genealógico debajo del brazo, en lugar de currículum,
se presentó Gerónimo a la entrevista de trabajo para rastreadores de contactos.
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