jueves, 2 de julio de 2020

EL PANEGÍRICO


Sucedió de repente. Como solía hacer a diario nos estaba contando una historia, una sobre  el temperamento agresivo de los koalas a pesar de su entrañable apariencia, cuando de improviso se interrumpió su discurso, emitió un pequeño estertor, como si se tratara de su último aliento, y se apagó.
Superado el desconcierto inicial, tratamos de reanimarla lo más rápidamente posible pero nada de lo que hicimos obtuvo éxito. Finalmente nos rendimos ante la evidencia. Nos había dejado para siempre.
¡Cómo no echarla de menos! A ella que era el centro de las reuniones en familia. Que siempre nos mantenía informados y a la vez entretenidos.
Con los ojos bañados en lágrimas escuchamos las últimas palabras que pronunció el operario del punto limpio cuando le entregamos la televisión. “Roguemos al señor para que acoja su alma y se reúna con las del resto de su familia, los electrodomésticos, aquí sepultados”. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario