El corrector de ojeras no conseguía ya
ocultar las sombras debajo de sus ojos. Llevaba más de quince días sin poder
conciliar el sueño y decidió, aunque sin mucha convicción, probar el método tradicional.
Una oveja, mañana no se me puede olvidar
coger hora para el oculista, el niño se ha quejado ya varias veces de que no ve
bien. Dos ovejas, tal vez sea por eso que está sacando malas notas, tres
ovejas, o va a ser que no estudia nada, cuatro ovejas, tendremos que ponerle un
profesor particular, cinco ovejas, hablaré con la vecina de mi madre creo que
su hijo daba clases, seis ovejas, esa es otra, mi madre que se ha enfadado
porque dice que no voy a verla, si no tengo tiempo de nada, siete ovejas, desde
que me han cambiado de departamento... ¡BEEE! protestaron las ovejas, ¡aquí no
hay quien duerma con tantos problemas!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario