Después de conocer la previsión meteorológica
para los próximos días, Raquel tuvo claro que el diluvio se aproximaba y, por
qué no, que era un castigo divino. Desde ese momento se autoproclamó salvadora
universal de los valores.
Construyó un arca en la que embarcaría todas
las virtudes que merecían ser rescatadas. La paz tenía billete de primera, la
violencia y la guerra, que se ahogaran. Un asiento reservado tenía también la
Igualdad, a la discriminación que se la llevara la corriente. A la justicia,
como era ciega, la guiaría hasta su sitio el respeto. A la desconsideración y
la injusticia las arrojaríamos por la borda. La honradez vigilaría que la
corrupción no pudiera acceder a la nave. La tolerancia y la solidaridad facilitarían
la convivencia durante el trayecto.
Pero ¿Quién se encarga de que sobrevivan las
especies? Se rumorea que hay un tal Noé que se ocupa de esos menesteres.
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