Mi nombre es colesterol,
y he venido a denunciar la persecución a
la que estoy siendo sometido. De unos años a esta parte me he convertido en el
enemigo a batir. ¡Si no te alimentas bien te subirá el colesterol!, amenazan
los médicos a sus pacientes, ¡como si fuera el coco!.
Un genocidio es lo que se está cometiendo con mis
embajadores, la carne de cordero y la de cerdo, eliminándolos de las dietas.
Menos mal que me apoya mi gran amor: la barbacoa. Ella saca lo mejor de mí, nuestra relación se prodiga más
en verano dando frutos tan exquisitos como las chuletas, la panceta, el chorizo
y la morcillita a la brasa.
Últimamente la he notado un poco esquiva y me ha dicho que
era demasiado joven para comprometerse. La han visto coqueteando con sardinas y
alitas de pollo. Todo está perdido, mi amada me ha sido infiel.
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