El sonido de un
timbre le sacó de su profundo sueño. Eran las 3 de la madrugada. Tras el
desconcierto inicial en el que pensó que se trataba del despertador se dio cuenta
de que era el teléfono móvil y entre sobresaltado y adormilado contestó la
llamada.
“Hola Pedro”,
oyó una voz al otro lado. Un tanto aliviado, quiso hacerle saber a su interlocutora
que ese no era su nombre, pero esta retomó la palabra: “Por favor, no me
interrumpas, déjame hablar hasta el final. Lo nuestro tiene que terminar, nos
estamos haciendo daño”. Otro tímido intento de sacar de su error a la emisora
de la llamada, fue nuevamente rechazado, y esta concluyó: “no intentes convencerme
lo he pensado mucho y no hay vuelta atrás, esto es una despedida” y colgó.
¿Quién era?, le
preguntó su mujer, “ni idea”, contestó “lo
único que sé es que acaban de dejarme”.
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