jueves, 6 de abril de 2017

LA ETERNA VÍCTIMA

Amelia nunca iniciaba una conversación. Si iba al médico, en la sala de espera, escuchaba la historia clínica de otro paciente, pero justo cuando este terminaba de narrarle, pongo por caso, sus continuos ingresos en la unidad de diálisis, ella sentenciaba: ¡Mucho peor es lo mío que tengo un uñero que me está volviendo loca!
En el colegio cuando algún padre se desahogaba contándole lo mucho que les hacía sufrir Raulito y los cinco suspensos que había sacado en la última evaluación, Amelia respondía con su sempiterna cantinela: ¡mucho peor es lo mío! que a Cesítar le han puesto un notable en Lengua que le bajará la nota media.
Un día se dirigió al parque, se sentó en un banco junto a un vagabundo y antes de que este pudiera abrir la boca le increpó: ¡Mucho peor es lo mío, que por no tener no tengo ni motivos para quejarme!

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