Cuando Eduardo abrió la puerta de
su casa encontró a su madre bañada en un mar de lágrimas. Inmediatamente se
puso en lo peor, ella no lloraba habitualmente, y comenzó a interrogarla. ¿Qué
ocurre? Ya sé, seguro que les ha pasado algo a los abuelos, son ya muy mayores
y a su edad cualquier cosa es de esperar.
Nada más percibir el movimiento negativo
de su cabeza, Eduardo continuó ¿es a mi hermano entonces? No, no es nada de
salud consiguió decir ella, ¿le han expulsado del colegio? Ya sabía yo que este
niño al final nos daba un disgusto. Como su cara le indicó que iba
desencaminado, siguió adivinando. Es por papá ¿os vais a separar? Ya decía yo
que últimamente discutíais más de la cuenta.
Lo que ha sucedido, dijo Raquel
cuando su hijo por fin le cedió la palabra, es que mañana tenemos para comer
pollo encebollado.
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