jueves, 26 de abril de 2018

Coser y cantar


Tan solo una semana después de comprarse la cazadora de sus sueños, Juan se enganchó con la puerta del ascensor y esta sufrió una rotura en forma de siete. Conseguí hacer un zurcido que disimulaba bastante el destrozo y que aliviaba el disgusto del chiquillo.
Unos meses después hubo que amputarle las tiras de velcro de las mangas, tanto roce las estaba deshaciendo. La cremallera comenzó a atascarse y terminé por cambiarla. El peso de las llaves y el móvil agujerearon los bolsillos de tal manera que tuve que sustituirlos por otros de tela reciclada.
Pero cuando Juan llegó a casa y me contó que había tenido una caída con la bici y que la chaqueta era la que había salido peor parada , la miré y tras un rápido diagnóstico anuncié: “Siento comunicarte que ya no puedo hacer nada más por esta prenda,  ha llegado el momento de sacrificarla”.

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