jueves, 25 de enero de 2018

DIOS NO EXISTE PERO HABERLO HAYLO

Como había manifestado en numerosas ocasiones que deseaba tener tantos varones como para montar un equipo de fútbol,  cuando nació su tercera hija sentenció: ¡Dios me ha castigado!
Al ver las noticias en televisión su mujer sabía que había llegado el momento de cambiar de cadena cuando le escuchaba decir ¡Que Dios nos pille confesados! y en las conversaciones sobre los futuros novios de sus hijas siempre comentaba que lo que hacía falta es que fueran hombres como Dios manda.

En el transcurso de un derbi,  el árbitro castigó con la pena máxima a su equipo favorito, en una jugada bastante dudosa, incluso para su suegro que era forofo del bloque contrario. Y en cuanto el delantero del conjunto rival falló el lanzamiento del penalti se apresuró a gritar: ¡Ha sido justicia divina! A lo que su suegro no pudo por menos que exclamar: ¡Hay que joderse con el ateo!

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