De sobra sabía
que, cuando uno se topaba con el genio de la lámpara, la elección de los deseos
era crucial. Sin embargo, al principio, se dejó poseer por su espíritu más altruista
y el fin de las guerras, el hambre y las pandemias en el mundo, fueron sus ambiciosas
primeras demandas; el propio genio le explicó que eso quedaba fuera de su
alcance.
En
contraposición su vena más frívola, la futbolera, se apoderó de sus
sentimientos y anheló que su equipo ganara el triplete. Afortunadamente esto lo
descartó rápidamente ya que no podría cumplirse hasta el siguiente año.
Su versión más
pragmática apostó por un clásico: salud, dinero y amor. ¡Vamos bien!, se animó,
¡ahora hay que concretar! Y mientras definía como acotar el término salud y
hasta qué grado de parentesco beneficiaba con el hechizo sonó el despertador. La próxima vez mi primer deseo será ser menos indeciso.
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