Buscando un
dogma que guiara sus pasos, se sintió muy cercano de la sabiduría popular e hizo
de los refranes su filosofía de vida.
Empezó
siguiendo la máxima de que a quien
madruga dios le ayuda, pero se acordó de que no por mucho madrugar amanece más temprano y retrasó una hora el despertador.
La expresión el que la sigue la consigue le animó a
volver a presentarse al examen de conducir, aunque un séptimo intento se
correspondía más con tanto va el cántaro
a la fuente que al final se rompe y desistió.
Aplicando el
dicho de quien no arriesga no gana estaba
a punto de cambiar el boleto acertado de lotería por otro, cuando rememoró que más vale pájaro en mano que ciento volando.
Finalmente de boca de su abuelo, el gran profeta, escuchó que lo que un refrán dice, otro lo contradice y
determinó abrazar el budismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario