Aunque hablaba
muy bien español, para ser alemán, las palabras polisémicas todavía le jugaban malas pasadas.
El día antes de
su boda, su entonces novia, le recordó que llevara las alianzas y Günter preguntó que si era costumbre española llevar
aliados además de padrinos y testigos.
Viajando en
tren, el pasajero del asiento contiguo pretendió hacer más llevadero el viaje
hablando, como no, del tiempo y comentó
que la siguiente estación, en alusión
a la primavera, era la de las lluvias a lo que Günter contestó que no sabía que
en Atocha hubiese goteras.
Recién operado,
una enfermera le explicó que vendrían a hacerle una cura y él entró en pánico ante la anunciada visita de un sacerdote.
Y un día en el
zoo alguien avisó “cuidado con la llama”
y él, imaginándose ya como un héroe, gritó a su vez “fuego” pero, en realidad,
fue condecorado con…. un escupitajo.
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