La jornada de
Susana, el día de autos, comenzó como lo hacía habitualmente y mientras se preparaba para acudir a una importante cita de
negocios, la verdura para la comida se iba
cociendo a fuego lento.
Dos paradas de
metro después, una sombra interrumpió el último repaso mental de la
presentación elaborada para dicho evento. ¿Había retirado la comida del fuego? Durante
el trayecto hasta la siguiente estación un debate interno se produjo entre sus
sentidos. Unos trataban de convencerla de que sí lo había hecho y otros
apostaban por el no podemos asegurarlo. Al final se impuso el común, partidario
de volver a casa para comprobarlo.
¿Y qué hubiera
hecho usted ante esa duda razonable?,
preguntó Susana a su jefe como parte de su alegato final, esperando que tuviera en cuenta los eximentes
y dictara sentencia a su favor, en el juicio
por haber llegado tarde a la reunión.
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