Notó que no estaba solo nada más cruzar el umbral de la puerta de su casa del pueblo, a donde se había acercado, después de casi un año, para cerciorarse de que no había ningún desperfecto grave, antes de presentarse con la familia para pasar las vacaciones.
Las arañas habían invadido su vivienda convirtiéndola en la morada de una bruja. Como
remedio sostenible para eliminar a los arácnidos, introdujo en su domicilio
algunos ejemplares de uno de sus depredadores naturales, la mantis religiosa.
Cuando regresó, pasados unos días, las
mantis habían tomado su residencia transformándola
en el escenario de una película de terror. Buscó como terminar con ellas respetando
el ecosistema y los murciélagos fueron esta vez el animal elegido.
-Hasta septiembre, que no acaba su
período de cría, imposible acabar con ellos- explicó el especialista en control
de plagas decidido a ocupar la finca
durante el resto del verano.
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