Conoció el Mesón Tabú después de que su médico le sugiriera que alejara durante
un tiempo de su vocabulario cualquier término que tuviera que ver con el
alcohol o el colesterol.
Y así llegó a Tabú, taberna, que en una gran apuesta
de marketing, anunciaba en su carta, junto al listado de
raciones, una serie de palabras cuya pronunciación estaba totalmente prohibida al hacer su encargo. Así mismo desafiaba a sus
clientes a hacer su pedido cumpliendo dichas limitaciones. El premio, si lo
conseguían, era una ronda gratis.
Junto al producto elegido por Ginés
figuraban los siguientes vocablos a evitar: cerdo, panceta, freír, corteza y
Soria.
Dos vasos de zumo de cebada,
fermentada y aromatizada con lúpulo y dos pieles de mamífero porcino crujientes,
doradas en aceite de oliva. ¡Oído cocina! ¡Dos cañas y dos torreznos para el
caballero del fondo!, gritó el camarero, ¡corren a cuenta de la casa!
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