Nos resultó imposible negarnos a
adoptar una mascota el día que, al volver de recoger al niño del colegio, nos
encontramos con un cangrejo de río que salía por la puerta del mercado.
Una vez instalado en casa
procedimos a ponerle nombre y dadas sus habilidades para el escapismo,
estuvimos completamente de acuerdo en que debería llamarse Houdini.
Houdini, pasó unos fantásticos días en lo que se convirtió en su
hogar, mimado y querido por todos. Sin embargo, los adultos de la familia
éramos conscientes de que no podría sobrevivir muchos días en un acuario, así
que, aprovechando una salida de fin de semana dejamos la pecera cerca de la
ventana, que quedó un poco abierta, preparando la escena para su desaparición.
Sus antecedentes contribuyeron a que la hipótesis de una fuga resultara creíble.
Y llegó el domingo siguiente y
comimos paella…por supuesto sin cangrejos ¡Malpensados que sois unos
malpensados!
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