Al
ritmo de¯yo
para ser feliz quiero un camión¯,
iba conduciendo por la autopista cuando de repente se encendió un testigo rojo
en el cuadro de mandos del vehículo.
Mi primer impulso fue el de frenar de golpe, afortunadamente
logré contenerlo a tiempo ya que la carretera tenía cierta inclinación hacia
abajo y un camión me seguía a poca distancia. Aunque trataba de serenarme, en
mi cerebro se agolpaban un montón de recuerdos sobre la interpretación de los
colores y en todos ellos, el rojo significaba ALARMA.
Tratando de descifrar qué símbolo era el que había aparecido
en el salpicadero, casi me quedo bizca y por poco invado el carril colindante
hasta en tres ocasiones.
La luz roja casi me provoca un accidente, pero lo que
de verdad fue alarmante es lo que pagué en el primer taller que encontré en el
camino donde solo me añadieron líquido de frenos
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