No había pegado ojo en toda la noche, tenía
palpitaciones y la boca seca. Solo faltaban unas horas para que por fin
sucediera.
Se vistió con la ropa con la que más favorecido
se encontraba, se echó gomina en el pelo y, recibida la aprobación por parte del
espejo, se fue a trabajar, aunque ese
día el rutinario atasco le pareció más llevadero. En la radio un locutor comentaba que era el solsticio de
invierno, es decir el día más corto de
todo el año. ¡Mejor! pensó, más noche para celebrar.
Mientras archivaba facturas y albaranes miraba
de reojo el teléfono anhelando que sonara. Y cuando finalmente lo hizo la voz
de su mujer, al otro lado, anunció: ¡Nos ha tocado….! y con el corazón
desbocado y a punto de emitir un grito de júbilo escuchó el final de la frase, ¡Perder,
como todos los años! ¡Gracias que tenemos salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario