A sus cincuenta años cumplidos a Marcelino le
despidieron del trabajo. Analiza el mercado y busca qué es lo que se demanda,
le recomendaron. Reinvéntate, le aconsejaron. Y eso hizo, estudió las
necesidades de la sociedad y concluyó que lo que más se necesitaba en ese
momento era LLUVIA. Y así nació cultivando nubes, la primera empresa española especializada en generar precipitaciones.
Sus primeros clientes fueron los
ayuntamientos de Valdeseco y Valdeárido, cuyos alcaldes se pusieron de acuerdo,
por primera vez en treinta años, para contratar sus servicios.
Sus habitantes se concentraron en un
descampado equidistante de ambos municipios para presenciar el milagro.
Enseguida unos cohetes cargados de yoduro de plata fueron disparados contra las
nubes, el espectáculo continuó con Marcelino moviéndose como si fuera un hechicero indio pero el agua
no comenzó a caer hasta que no entonó el ¡Que llueva, que llueva! coreado
también por los asistentes. ¿Casualidad?
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