El día amaneció gris, el cielo amenazaba lluvia, trató de sobreponerse a lo que
parecía un mal presagio no dejando que los negros
pensamientos se adueñaran de su ánimo.
El desempeño de su trabajo se había
convertido en la continua solución de marrones
y había tomado la determinación de pedir un aumento de sueldo.
Considerando que con el estómago lleno
afrontaría mejor el reto propuesto, se puso morada desayunando tostadas, zumo de naranja y café con leche.
Se relajó imaginando que el guaperas con el
que había coincidido en el ascensor podría ser su príncipe azul hasta que el espejo le devolvió su imagen roja, como un tomate, solo de pensar que pudiera leerle la mente.
De camino al despacho del director visualizó
las caras verdes de envidia de sus
compañeros si conseguía su meta y repasando mentalmente su discurso, atravesó
la puerta, pero una vez allí…se quedó en blanco.
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