Según se despertó, aquella mañana, se sintió invadida por la melancolía, era lunes. Arrastrando sus pies hasta la cocina dio un trago a una infusión de diente de león con la que pretendía mejorar el funcionamiento de su hígado y riñones. -¿No será el síndrome de abstinencia del café?- se preguntó.
Se
acordó de la carita de su hijo, la tarde anterior, en la ventana del autobús
que lo llevaba al viaje de esquí, y tuvo que enjugar una lagrimita. -¿Y el
síndrome del nido vacío?- meditó.
Desalentada,
repasaba el armario sin encontrar qué modelo enfundarse para acudir a una
reunión presencial después de un mes seguido de teletrabajo. -¿Tal vez el
síndrome de la cabaña?- sopesó.
Hoy es el
Blue Monday, el día más triste del año, escuchó que decían en las noticias.
Menos mal, respiró aliviada al encontrar un nombre que explicaba su angustia,
mañana será otro día.
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