jueves, 4 de marzo de 2021

LA VENTANILLA

 

La primera vez que me sucedió, fue en la Universidad. Se acababa el plazo para solicitar una beca y en la ventanilla de secretaría una funcionaria recogió mi instancia. Ignorando mi presencia, comenzó a teclear en el ordenador. Tac-Tac-Tac, palpitaba mi sien al compás del teclado. Trascurridos unos minutos, que me parecieron horas, la secretaria me pidió el DNI. ¡Lo tengo!, respiré aliviado, y lo dejé sobre la repisa. Vuelta a empezar. Tac-Tac-Tac, esta vez era el corazón el que me marcaba el ritmo. -Certificado de  notas- reclamó. Y así continuó torturándome durante unos diez minutos, tiempo en el que mi cabeza no dejaba de decirme: ¡te faltará algo!

Pero ahora mi fobia se ha agravado, con una tila en el cuerpo acudo a presentar documentación a cualquier organismo público y el otro día, me desmayé en la recepción de un taller al ver el mostrador tras una pantalla protectora.

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