De los seis días que dura el carnaval, el jueves siempre ha sido mi favorito. Ante las perspectivas de ayuno y abstinencia que se nos vienen encima durante los cuarenta largos y tediosos días, que preceden a la Semana Santa, mi espíritu se revela y deja a Don Carnal tomar los mandos de la nave.
Será porque de todas las penitencias
impuestas por Doña Cuaresma, la que a mí más me cuesta respetar es la vigilia, solo
dejo a Don Carnal pilotando mi barco durante el jueves de Carnaval, y así disfruto de los placeres gastronómicos.
Pero como Doña Cuaresma, disfrazada
este año de Doña Pandemia, se ha propuesto
acabar con todos los excesos, te propongo un trato: si al leer las palabras Jueves Lardero tu mente ha completado
la rima: pan, chorizo y huevo, te
emplazo el año que viene a una merienda
en el campo aunque sea febrero.
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