Era un día de puente y aunque
Alberto no tenía clase, sus padres si tenían que acudir a sus respectivos
trabajos. El voto a favor de su
madre para quedarse solo en casa, lo consiguió prometiéndole por su conciencia y honor que se iba a encargar de realizar
las tareas domésticas.
Durmió un par de horas más de lo
rutinario y una vez despierto pasó el resto del día sentado en el sofá jugando a la play con sus amigos; olvidadas por completo las promesas
realizadas durante la campaña.
Cuando sus padres volvieron a
casa y encontraron la anarquía en la
que esta se hallaba sumida y le acusaron de ser un vago él adoptó un discurso donde les explicaba que lo que
él había hecho era procrastinar y no hacer el vago y en el que
reivindicaba los derechos de los
estudiantes. Entonces, comprendieron porque estaba estudiando ciencias políticas.
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