jueves, 30 de diciembre de 2021

EL DIAGNÓSTICO

Estaba nervioso y le sudaban las manos, aunque sabía que no podía hacer nada salvo esperar acontecimientos, no paraba de darle vueltas.

-Fue de la noche a la mañana, estaba bien y de repente ya no lo estaba- se le oía decir pensando en voz alta mientras paseaba de un lado a otro de la casa, como un gato enjaulado. Su cerebro buscaba una explicación para lo sucedido pero no la encontraba.

Según se acercaba la hora de la cita su grado de nerviosismo crecía exponencialmente. Ya en la sala de espera no podía evitar pensar que las noticias podían no ser buenas.

-Miguel Jiménez-llamó un operario.

-Soy yo-respondió él mientras recorría los escasos metros que le separaban del asesor.

-Ha habido suerte- anunció- solo ha sido la batería, la hemos sustituido y el teléfono ha respondido perfectamente. Son 35 € aquí tiene la factura que deberá abonar en caja.

jueves, 9 de diciembre de 2021

EL ABRIGO

Cada día, al ocaso, se sentaba a esperarla junto a la puerta. No tenía prisa -es lo bueno que tiene la eternidad- solía bromear -que tienes todo el tiempo del mundo-. Sabía que ella terminaría por acudir y quería estar allí para recibirla.

Sobre lo divino y lo humano versaban las largas conversaciones que mantenía con Pedro, el portero, amenizando así la espera, hasta tal punto que había días que la tarde se les pasaba en un decir amén y cuando se querían dar cuenta era hora de cerrar.

Aquel día de noviembre, sin saber por qué, recordó lo friolera que ella era y acudió a su esperada cita con un abrigo con el que poder resguardarla de las bajas temperaturas.

Y ese mismo día ella, me miró con sus ojos color miel, casi apagados, y me dijo: “dile a tu padre que me traiga el abrigo que ya voy”.