Con casi trece años a David se le cayó su último diente de leche, concretamente un molar posterior. Y aunque casi se lo traga junto con el trozo de bocadillo de salchichón que hizo de detonante, consiguió rescatarlo en el último minuto y con mucho mimo lo guardó pensando en que esa semana contaría con un dinerillo extra.
Debajo de la almohada, a la mañana siguiente, encontró, además
de un par de moneditas, la siguiente carta:
Querido David:
¡Ya tengo tu último diente de leche! Tenía muchas ganas de
verte para poder despedirme de ti pero…
estabas dormido y no he querido molestarte.
Recuerda que tienes que seguir cuidando tus dientes que, estos son ya definitivos.
Firmado:
El Ratoncito Pérez.
Con la carta en la mano le dio un beso a su madre y le dijo:
-Y a partir de ahora, ¿qué seudónimo vas a utilizar para seguir dándome consejos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario