jueves, 7 de febrero de 2019

EL PURGATORIO


Un sudor frío le empapó el cuerpo, después tuvo la sensación de que caía al vacío sin poder evitarlo y perdió el conocimiento. Despertó sin saber dónde estaba, una centena de coches lo rodeaban, aunque no reconocía el lugar. Desconcertado buscó a alguien que le pudiera orientar.
Un policía municipal se aproximó hacia él repitiendo una frase que no lograba descifrar, parecía que hablaba en otro idioma. Se concentró y entonces las palabras empezaron a encajar en su mente.
Está usted en el purgatorio, decía la voz, un estado del alma en el que las personas que han muerto con algún desliz sufren una pena temporal mientras expían sus pecados para poder acceder al cielo.
Mi culpa, reconoció, es haberme comprado un coche diésel hace trece años. Y entonces identificó que estaba en el centro de Madrid y el policía le explicaba que sin el distintivo ambiental no podía pasar.