Los acordes de una guitarra, llegaron a mi oído cuando coronaba el final de la escalera mecánica. Me sorprendí a mí misma, entonando el “para bailar la bamba”, antes incluso, de visualizar al músico ambulante que actuaba en los pasillos de la estación de Plaza Castilla ese lunes.
A la cantante que ocupaba la misma plaza,
aquel martes, le bastaba con un micrófono, el móvil y un altavoz para
trasladarnos a Colombia. Al compás de la cumbia: se va el caimán, se va el
caimán…apunto estuve de irme para Barranquilla, bailando.
En el mismo improvisado escenario, el
miércoles, un joven interpretaba: “ayer se fue…” haciendo su particular
homenaje a Perales.
El bolero “lo dudo” flotaba por los
pasillos del suburbano en la aterciopelada voz de otro artista callejero, la
mañana del jueves.
Y el ritmo de la ranchera “Me gustas
mucho…”, me acompañó en el último transbordo de la semana.